lunes, 2 de mayo de 2011

Pérdidas

Gonzalo Rojas marcha a paso lento entre la bruma de Lebu. Ernesto Sábato camina a tientas hacia el despertar. Ambos han tenido una vida extensa e intensa, plena, como si fueran recolectando en alguna vieja canasta frutos silvestres de sabor violento y carnes sabrosas.

América, la verdadera, está como una huérfana de sus abuelos entrañables, que sonríen y se alejan tan dulcemente de su mano, que en el pecho la ausencia deja un dolor casi mudo, delicado.

La otra américa, la pequeña, celebra la (supuesta)muerte de un (supuesto) musulmán. Ni siquiera saben si realmente existió tal hombre o fue el pretexto, el personaje ideado para armar una guerra a la medida de sus empresas petroleras, pero han sacado sus banderas.

Hay un abismo entre América y américa. Que bueno, mi dios, que bueno.

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